Los activos pueden clasificarse ampliamente en activos a corto plazo (o corrientes), activos fijos, inversiones financieras y activos intangibles.
Activos circulantes
Los activos corrientes son recursos económicos a corto plazo que se espera que se conviertan en efectivo dentro de un año. Los activos corrientes incluyen efectivo y equivalentes de efectivo, cuentas por cobrar, inventario y varios gastos pagados por adelantado.
Si bien el efectivo es fácil de valorar, los contadores reevalúan periódicamente la recuperabilidad del inventario y las cuentas por cobrar. Si hay evidencia de que las cuentas por cobrar pueden ser incobrables, se deteriorará. O si el inventario se vuelve obsoleto, las empresas pueden cancelar estos activos.
Los activos se registran en los balances de las empresas con base en el concepto de costo histórico, que representa el costo original del activo, ajustado por mejoras o envejecimiento.
Activos fijos
Los activos fijos son recursos a largo plazo, como plantas, equipos y edificios. Se realiza un ajuste por antigüedad de los activos fijos con base en cargos periódicos llamados depreciación, que pueden reflejar o no la pérdida de la capacidad de generar ganancias de un activo fijo.
Los principios contables generalmente aceptados (GAAP) permiten la depreciación bajo dos métodos amplios. El método de línea recta asume que un activo fijo pierde su valor en proporción a su vida útil, mientras que el método acelerado asume que el activo pierde su valor más rápidamente en sus primeros años de uso.
Activos financieros
Los activos financieros representan inversiones en activos y valores de otras instituciones. Los activos financieros incluyen acciones, bonos soberanos y corporativos, acciones preferentes y otros valores híbridos. Los activos financieros se valoran en función de cómo se categorice la inversión y el motivo detrás de ella.
Activos intangibles
Los activos intangibles son recursos económicos que no tienen presencia física. Incluyen patentes, marcas registradas, derechos de autor y buena voluntad. La contabilización de los activos intangibles difiere según el tipo de activo, y pueden amortizarse o comprobarse su deterioro cada año.